El alcalde mareante de Sada, Benito Portela, de Sadamaioría, hace gala de un exacerbado culto a la personalidad como los regímenes comunistas en los que se adscribe. Al igual que en otros totalitarismos, como los de Stalin o Mao Tse-Tung, Portela cultiva una adoración a su persona que, como predijo Orwell, rebasa la esfera administrativa y alcanza la personal.
No satisfecho con sermonearnos con sus ocurrencias podemitas desde su privilegiada atalaya como alcalde de Sada… intenta adoctrinarnos subversivamente cuando paseamos por la calle. Y es que su nombre luce por doquier, en cualquier elemento del mobiliario urbano sadense. En el rincón más insospechado, debido a sus delirios de grandeza, Benito Portela ha mandado grabar su nombre con cargo a los fondos municipales, claro está.
«No se puede tolerar más esta situación, es como estar en Corea del Norte, vivimos encerrados en una burbuja que ha creado este alcalde independentista que nos obliga a rendirle pleitesía en cada esquina», señala Víctor Pérez, vecino de La Tenencia. Alcantarillas, farolas, pivotes, adoquines… todo lleva impreso el nombre del alcalde, como ilustran estas imágenes, obtenidas por nuestro equipo de investigación.
«Vivimos con un tremendo miedo en el cuerpo pensando que nos gobierna un ególatra que puede decidir nuestro destino; no sabemos si, los que no pensamos como él, mañana iremos a parar a campos de concentración o incluso algo peor», explica Carmen Rivadulla, residente en Sadadarriba. «A ver si en las próximas elecciones vuelve Anido, que además es más guapo», añade.
Así, mientras el régimen del terror impuesto por Portela se afianza, numerosos sadenses han pedido asilo político en Bergondo, Cambre, Coruña e incluso en el itsmo marxista-leninista de Oleiros. La policía secreta del regidor sadense ha conseguido que ya prácticamente nadie en Sada ose hablar de su promesa de reformar el Náutico si llegaba a la alcaldía. A punto de extiguirse su mandato, el inmueble continúa cayéndose a pedazos.
La tan cacareada recuperación de As Brañas y la regeneración de la playa urbana de As Delicias también parecen haber quedado en el olvido para el alcalde radical. Su nombre, eso sí, grabado a fuego en el mobiliario urbano, no se le olvida ni un instante a los sadenses. Es como el Gran Hermano que todo lo ve, que también intuyó Orwell.