Las revueltas generadas tras la encarcelación de Pablo Hásel son creadas en realidad por un logaritmo. La inteligencia artificial crea la ilusión en redes sociales de que entes antifascistas se manifiestan por la libertad de expresión. «Se trata de dar la sensación de que alguien protesta para que en realidad nadie haga nada», asegura Miguel Doménech, de Associated Networks, empresa de ingeniería domótica autora del ingenio.
«El logaritmo puede adaptarse a los gustos del cliente e ir desplazando a los sujetos de estas revueltas. Actores peruanos, anarquistas italianos, sindicalistas rusos, taxidermistas albano-kosovares, activistas franceses… las posibilidades son enormes». Así lo asegura Doménech, uno de los autores del sofisticado programa que acaba de adquirir el Gobierno.
La semana pasada el Gobierno destinó 35 millones de euros para fomentar las chirigotas de España para combatir, el rap, el rock and roll y otros estilos subversivos. La Fiscalía pidió otros cinco años y tres meses de cárcel para Pablo Hasél por los incidentes del 25 de marzo de 2018 en el intento de asalto a la subdelegación del Gobierno en Lérida como protesta por la detención en Alemania de Carles Puigdemont.
Las protestas en Barcelona y otras ciudades prosiguen y las calles se llenan día tras día de manifestantes en contra del encarcelamiento del rapero. El conseller de Interior, Miquel Sàmper, apuntó que los autores de los disturbios proceden de grupos numerosos y heterogéneos, entre los que ha situado a ilusionistas portugueses, a funambulistas belgas y a sumilleres turcos.