El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, viajó a España en secreto el pasado domingo día 12 para asistir al entierro del cómico Chiquito de la Calzada. El president cesado, sobre quien recae una orden de busca y captura internacional dictada por la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela, almorzó tras el funeral en el conocido restaurante malagueño Casa Paco. Puigdemont mantenía una relación muy estrecha y sentía gran admiración hacia el artista andaluz, cuya reciente muerte consternó especialmente al mundo de la comedia y de la política. «Eran muy amigos, siempre estaban llamándose por teléfono llamándose fistro diodenal y cobarderl de forma muy cariñosa», afirmaron fuentes cercanas a Puigdemont.
Puigdemont burló así el dispositivo policial dispuesto por las fuerzas de seguridad para su captura y acudió al sepelio «con normalidad». Después regresó a Bélgica en su avión privado Butifarrafly, desde donde trabaja para acudir al Parlament para tomar posesión si el 21 de diciembre sale escogido como diputado, tras haber encabezado la lista de Junts per Catalunya. «La muerte de Chiquito ha sido un golpe muy duro para Puig, esperemos que este pecador de la pradera se reponga cuanto antes», indicaron desde su entorno más íntimo.