Los Borjamaris, los pijos del barrio de Salamanca que criticaron al Gobierno por la desescalada, arrojaron ayer sus Rolex a la policía en señal de protesta. En las últimas semanas se han organizado varias protestas y caceroladas contra las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez y su gestión del confinamiento por el coronavirus.
Los Cayetanos, como también se les conoce popularmente, exigen cada día a las ocho el levantamiento de las severas restricciones. Los vecinos de la calle Núñez de Balboa del barrio de Salamanca, en el corazón de la llamada milla de oro madrileña, reclaman su derecho a poder seguir pregonando su «superioridad» y su «riqueza» frente al resto de la población.
«Estamos hartos de no poder ir a jugar al golf, a las tiendas de lujo y de no poder pasearnos en nuestros descapotables con chófer para que todo el mundo vea lo ricos que somos», asegura Titita De Andrade Poch, vecina de la zona. Muchos obligan a sus empleadas del servicio doméstico a participar también en estas protestas «Es que es mi chacha y para eso le pago», añade Titita.
Los manifestantes, también conocidos como Los 100.000 hijos de San Gucci, se saltan a la torera las medidas contempladas en el estado de alarma y sin que las fuerzas de seguridad hagan mucho por evitarlo. Ataviados con banderas de España, jerséis carísimos atados sobre los hombros, la turba pide «libertad» y «muerte al rojerío» sembrando de indignación el resto de España. «La bandera española impide que se transmita el Covid-19 por intercesión del Caudillo», concluye Titita de Andrade·