Los hortepollas: música a toda ostia en el coche

CC/Lesmode
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Ya están a la vuelta de la esquina. Son ellos. Son legión. Buscan las aglomeraciones. Los horteras de los coches con la música hecha por y para gilipollas a toda ostia: los hortepollas. Llegan como lo hacen las moscas: con el calor más pegajoso y tocando siempre los cojones. Surgen del olor a fritanga, del fracaso de las Humanidades, de los chiringuitos de playa, de la tiranía del capitalismo, de las pistas de baile de las discotecas en las que nunca has entrado. Hordas de horteras con camisas inenarrables y gafas de sol que no se quitan JAMÁS. Invaden las carreteras, las ferias, los centros comerciales, los hospitales, los sitios donde se come gratis, los locales para gilipollas a los que llaman chill out, las playas, los museos de moda, los bosques… lo invaden todo menos las bibliotecas. Miran al frente desafiantes porque saben que el mundo es suyo, un lugar próspero para los cretinos. No conciben que haya personas a las que les revuelva el estómago beber cervezas y cubatas, ver el Real Madrid-Barcelona, ir al Mac Donalds, gastar el dinero en ropa para bobos, ver Salvame deluxe o ir a un concierto de Melendi. No lo hacen por maldad… simplementen no lo entienden porque su cerebro no les da para más. Son hortepollas.

Su vida gira en torno al cochazo que se han comprado o al cochazo que se pretenden comprar. Lo demás les importa una mierda. Algunos especímenes adjuntan una cachonda al vehículo, pero esto ya es algo secundario. Lo importante para el hortepollas es llevar la música SIEMPRE a toda ostia. Y con todas las ventanillas bajadas, por supuesto. Se creen geniales por escuchar house, techno, dance o cualquier mierda que moleste lo máximo posible al prójimo. Quieren hacer al mundo partícipe de su genialidad, en un afán de generosidad. Los equipos de sonido suelen estar modificados para que la potencia de sonido sea atronadora. Nunca es suficiente cuando se trata de joder. Los hortepollas son felices yendo a concentraciones donde intercambian conocimientos sobre coches tuneados. Sería increíble ver a uno de ellos en su coche con Mozart a todo volumen. Podría tratarse de una cámara oculta divertida.

No son mucho de hablar, lo suyo es apoyar el mentón en la mano en los semáforos en rojo -moviendo ligeramente la cabeza al son de la música- mientras los demás imaginamos cómo serán los ojos de esos jodidos retrasados tras sus cristales de espejo. Suelen citarse a sí mismos y en sus ratos libres juegan a la Ps4 o leen la biografía no autorizada de Cristiano Ronaldo. Cualquier problema de tipo existencial que no alcanzan a comprender lo zanjan con un «Estoy mazo rayao» y resetean su cerebro con una facilidad pasmosa, gracias a la práctica adquirida en los Botellódromos habilitados por los diversos municipios de España.

Los hortepollas son la juventud, el futuro de mierda que nos espera.

 

Wilson Palleiro
Wilson Palleiro

Cree que todavía es posible cambiar el mundo. Como no tiene el valor suficiente para quemar cajeros o hacer escraches, escribe cosas.

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