Tras el bochornoso tongo del Benidorm Fest y las protestas de toda la izquierda parlamentaria a causa de la discriminación sufrida por el grupo Tanxugueiras a manos, y nalgas, de la cantante Chanel, el gobierno de la nación ha tenido que tomar cartas en el asunto, y ha tomado una decisión salomónica y justa sustituyendo a la cantante por otra.
En la última sesión parlamentaria el gobierno incluyó un decreto ley omnibus que contenía, además de la aprobación de la subida de las pensiones y de la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores, la sustitución de Chanel por otra artista y bailarina, Ione Belarra.
Podemos se impuso en el consejo de ministros esgrimiendo que Belarra es una mujer guapérrima, que baila de puta madre y que sería la candidata ideal para representar a España en Eurovisión sin hacer el risión habitual.
Y dicho y hecho, se aprobó la sustitución y se adjudicaron tres millones cuatrocientos mil euros de los recientemente recibidos fondos europeos destinados a vestuario, alimentación y desplazamientos de la nueva cantante. Destaca entre estos fondos el capítulo destinado al tanga que Belarra lucirá en la actuación principal del concurso, elaborado con ocho kilos de pan de oro y tres metros de seda. Massiel y Salomé por fin tienen sustituta aspirando a todo.