El mundo es peligroso y por fin Galicia tendrá ejército propio. La feliz noticia se recoge en la letra pequeña de la nueva ley de orden y salud pública impulsada por el gobierno presidido por el gran líder Núñez Feijóo. El mundo de hoy en día que nos ha tocado vivir pedía a gritos esta medida, aprobada por aclamación junto con el toque de queda permanente hasta el próximo siglo y la obligatoriedad de practicar la sodomía con cualquier autoridad de la Xunta que lo desee en cada momento en la calle, esta última medida sugerida por el antiguo líder y ahora filántropo Mariano Rajoy.
Feijóo dio su discurso entre vítores de la multitud congregada, y anunció que las gentes que se nieguen a vacunarse contra el Covid no deben temer nada, nada más que una multa de varios miles de Euros, o en su lugar el embargo de sus bienes, y ser recluidos en barrios previamente cercados en las ciudades. También para estos individuos díscolos se están construyendo varios campos de reeducación y se va a establecer un acuerdo con Rusia para que se envíe de Erasmus a algunas de estas personas a trabajar a Nueva Zembla y Yakutia.
El megalíder gallego también ha afirmado que Galicia necesita expandirse, conseguir nuevos recursos, y para ello reclamará oficialmente para sí algunas comarcas de Castilla-León, Vigo a Portugal, los Sudetes y Austria. Con Asturias ha firmado un tratado de no agresión, porque a pesar de que Adrián Barbón (“ese chico gordo con cara de cona que gobierna el principado”, así se ha referido Feijóo a él en su discurso) es del PSOE, ambos comparten objetivos e inquietudes.
Hay que ser hijo de puta para escribir este artículo sobre mí, pero me gusta.