Visto el gran éxito de la actuación estelar del diputado del Partido Popular Alberto Casero en la última votación de la reforma laboral, la ejecutiva de esta organización progresista de centro ha decidido que debe fomentar a toda costa que sus cuadros de mando en todas las instancias estén ocupados por gordos idiotas. Para ello han pensado en construír una macrogranja donde Casero fecunde a muchas hembras y así conseguir repoblar y renovar el partido.
Pablo Casado es un completo imbécil, pero no está gordo, y por ello no tiene éxito. El objetivo es que sean todos gordos idiotas. Y qué mejor lugar que el Pazo de Meirás, que los Populares alquilarán a la familia Franco para edificar en sus terrenos unos barracones en los que Alberto montará a jóvenes voluntarias reclutadas en los mítines y en las iglesias. En el pazo en sí se ubicará la casa cuna y los aposentos del semental. Los neonatos intentarán aprender a pulsar botones equivocados y a no leer absolutamente nada en toda su niñez y juventud, para acto seguido rellenar las listas electorales de ayuntamientos, parlamentos autonómicos y europeo, congreso de los diputados y, lo más difícil, el senado, para lo cual se escogerá a los mejores y más vagos, a los más completos gordos idiotas que no sepan hacer la “o” con un canuto.
Tan noble e imaginativa iniciativa ha calado en el resto de partidos, que hay noticias que ya se afanan en copiar la macrogranja con sus propias modalidades de gordo idiota. En Cádiz, Kichi ya se ha autopropuesto para la creación de una instalación con él como macho alfa fecundador, mientras que el PSOE quiere edificar una suya propia con el ministro de seguridad social José Luis Escrivá ocupando la plaza de cubridor. En Meirás, para los ratos en que ya no le salga nada de las gónadas a Casero, se ha pensado en que lo sustituya Augusto César Lendoiro, aunque este suplente encarecerá los gastos del lugar a causa de las viagras que necesitaría. España estará pronto a la cabeza del mundo gracias a las macrogranjas.