Muchas modas absurdas llegadas de Estados Unidos se transforman en noticia de inmediato. Asistimos anteriormente a la normalización de estupideces como el yoga con cabras, el olding o el pooking (cocinar con mierda). Pero el penissting supera cualquier tendencia llegada de ultramar. Iniciada en la lujosa ciudad californiana de Beverly Hills, esta filia ha hecho furor entre las mujeres que han querido ir mucho más allá en sus vidas sexuales. Y es que consiste en la implantación de un pene a partir de la propia vagina. Algo así como «un pene femenino o una vagina con un pequeño falo con el que poder realizar penetraciones y sentir a la vez placer sexual», explica la sexóloga Mónica Olot.
El penissting está directamente relacionado con las tendencias feministas más radicales y consiste «en culminar con el propio aparato reproductor femenino la lucha antimachista», indica Olot. «Algunas mujeres consideran que, para liberarse del todo del yugo falocrático, deben contar en sus propios cuerpos con un pene con el que penetrar también a sus parejas para reiterar aún más su femineidad», añade la experta.
Numerosas clínicas estadounidenses ofrecen ya a las mujeres interesadas la posibilidad de contar con un pequeño cipote tras una mínima intervención quirúrgica. «Es una operación sencilla y rápida que consiste en realizar unos pliegues con la piel del labio superior y formar una protuberancia o micropene que con el tiempo se irá convirtiendo en un pene de mayor tamaño», revela el cirujano José Luis Sánchez Ocaña. En su opinión, el penissting «no reviste ningún tipo de problema si a la operación se somete un adulto en plena posesión de sus facultades».