Mariano Bacigalupo, abogado y esposo fiel de la ministra de transición ecológica Teresa Ribera, eyaculó durante la tarde del jueves pasado con cierta fuerza en plan crim pai contra la cara de su mujer con tan mala suerte que la arrancó una oreja, y pudo observar, estupefacto, que no era más que una máscara, que debajo se escondía su verdadero rostro. Siempre había sospechado que su esposa ocultaba algo, pero no sabía exactamente qué.
Entonces empezó a tirar y a tirar y sacó a la luz que ella mentía sobre su edad. Y no por un par de años precisamente. Bacigalupo recogió unos restos de pelos y heces de su señora, los segundos para comérselos porque la coprofagia es algo natural, y llevó la especie de estropajo sucio que luce su parienta sobre la cabeza a un laboratorio.
Tras realizar las pruebas del Carbono 14 los resultados especificaban que la fecha de nacimiento de Teresa Ribera debía de ser datada en aproximadamente durante el segundo milenio antes de cristo, y que su ADN coincidía exactamente con el de una momia hallado en la pirámide egipcia de Djoser en Sakkara.
Muchas voces apuntan ahora a una conspiración que habría colocado en los puestos más altos del estado español a antiguas funcionarias egipcias de la primera dinastía, y todos los indicios apuntan a que Carmen Calvo puede ser otro caso claro de nepotismo mómico por parte del PSOE. Felipe González ha negado ser él mismo otra momia, pero ha insinuado que Alfonso Guerra sí, aunque acto seguido se le cayó un brazo al coger el micrófono durante la entrevista, se confirma que lo tenía podrido.
