Santiago Segura, antes molabas. Eras aquel tío gordo y feo que se había hecho a sí mismo. Te habías ganado un hueco en nuestros corazones, desde que te habíamos visto a lo largo de tantos años concursando en cualquier mierda de programa. Tras tus primeros cortos intuíamos que tenías potencial y que podrías llegar lejos. Los frikis españoles teníamos un referente. Aquellos que nos criamos con Torrebruno, La Bola de Cristal, los Don Miki o los programas de Narciso Ibáñez Serrador nos sentíamos orgullosos de ti, un miembro de nuestra generación con el que al fin podríamos sentirnos identificados. Vimos las primeras pelis de Torrente y nos reímos mucho. Un soplo de aire fresco en el cine español. A nosotros José Luis Moreno también nos parecía el tío más rancio del mundo, también lo hubiésemos elegido para hacer de villano.
Pero empezaste a cansarnos con las sucesivas pelis de Torrente. Esa broma de que lo que querías era promoción gratis y amasar pasta nos pareció que te la estabas tomando demasiado en serio. Y tus películas ya no hacían puta gracia. Ni los famosos de segunda fila ni los chistes de siempre repetidos hasta la saciedad tenían gracia. ¡Joder, si hasta te pusiste a dieta! Y empezaste a convertirte en un puto pesado. Te perdonamos cuando presentaste los Goya, donde por cierto te podrías aplicar a ti mismo el discursito que soltaste; quisimos mirar para otro lado cuando empezaste a hacer tu propio programa basura, incluso cuando fuiste a El hormiguero o te pusiste a hacer cameos en todas aquellas películas de mierda… pero eso de que salgas cantando con niños en ese bodrio asqueroso es imperdonable. Eso sí que es pornografía infantil. Te has vendido de la forma más rastrera y miserable que hay: solo por la pasta. Imaginamos a aquel heavy de El día de la bestia viéndote cantando con los niñitos y vomitando, o lanzándole una birra a la pantalla. Así que, Santiago, haznos un favor, vete a tomar por culo.
No vengáis engañando a la peña, que veis El Hormiguero todas las noches y os hacéis pajas delante del póster de Pablo Motos.