Aseguraba el abuelito Burroughs que el lenguaje es un virus del espacio exterior que nos colonizó e hizo evolucionar en algún momento de la prehistoria. Un virus que muta con cada contagio, con cada salto, que se hace más fuerte y se parapeta con más solidez a cada paso. Pues, ampliando la metáfora, se hace saber que recientes investigaciones presentan evidencias de que lo mismo ocurre con el rocanrol. Little Richard, Elvis Presley, Chuck Berry, Bo Diddley y toda aquella caterva de visionarios no fueron si no comandantes de las fuerzas de ocupación rocanrolística, colonizadores de mentes, desperdigadores de imaginarios de libertad, abuso, fina ironía e hibridación pangaláctica. Avanzadillas de un movimiento interplanetario de poblaciones que, como es habitual, necesitaba adaptar la atmósfera terrestre a sus formas a fin de que los futuros inmigrantes se encontrasen un poco más a gusto, en un lugar algo más semejante a sus mundos de origen. Y parece que lo abrazamos con gusto y armonía. Prueba de ello es el vídeo que abre estas reflexiones, extraído de uno de los documentos más maltratados por la memoria colectiva. Esa gran película que es Exploradores (1985) del ínclito Joe Dante, pariente directa de La guía del autoestopista galáctico (del libro, aunque la peli no está del todo malamente). No se la pierdan. Ideal para un domingo después del cocido familiar, con la abuela roncando en el sillón, los sobrinos dando por culo con los Madelman y la cabeza del recaudador de impuestos clavada en una lanza a la puerta de casa. Pónganse en la piel de los personajes (el guapo, el científico o el malote maltratado) y disfruten de un viaje a los confines de la galaxia para descubrir cuánta razón tenía el abuelito Burroughs. Buena caza.