Parecía imposible que Bowie fuera a morirse algún día. Él, una especie de angel dionisíaco del rock and roll. Pero nos dejó. Lemmy Kilmister rizó el rizo y, sin pronunciar una sola palabra, solo con la magia de la música, hizo lo imposible y convirtió en un tema de Mötorhead la increíble Heroes, quizás unas de las canciones más hermosas del Duque. Un homenaje a priori jodidamente impensable para los fans de Lemmy que, poco después, se convirtió en su epitafio. Para el recuerdo queda esta gran canción versioneada por uno de los intérpretes más rotundos que ha parido el rock escrita por un lánguido semidios. Una buena manera de recordar a estos dos titanes. Aleluya.