Me gusta el fútbol. Creo sinceramente que es un deporte que sintetiza la grandeza y la miseria del ser humano. A veces resulta glorioso, a veces una puta mierda. Como la vida misma. Honestamente, considero que tras ese juego en el que 22 hombres compiten golpeando una pelota subyace cierto existencialismo… No me refiero a la filosofía barata estilo Jorge Valdano, sino a lo inefable. Hablo de esa sensación que hace que por las noches te asomes hacia la luna llena mientras contemplas el firmamento estrellado preguntándote qué coño hacemos aquí. Hablo de encontrar cierta justicia poética cuando el equipo local va ganando, se cierra atrás, y finalmente pierde el partido porque no ha sido capaz de proyectar la ilusión suficiente por ganar. Y soy del Deportivo. Por eso sé que el fútbol es victoria y derrota, sufrimiento y felicidad, el poderoso drama que siempre prosigue. Por eso me ha tocado poderosamente los cojones la forma rastrera y mezquina en que el presidente de ese equipo, Tino Fernández, ha cesado a Fernando Vázquez.
Fernando Vázquez participaba el pasado sábado en uno de esos torneos de fútbol de verano para niños cuando le preguntaron por la política de fichajes del club. Entonces lamentó de forma distendida las dificultades del Deportivo para reforzar la plantilla con las primeras opciones de la lista de objetivos, sin entrar en detalles: «La opción uno podría ser la bomba, pero generalmente vamos a la opción cinco, opción seis, opción siete… Así que nunca conseguimos de verdad lo que nos proponemos, ese es un poco el problema». Dijo la puta verdad, vamos. Poco después, Tino Fernández, quien antes de acceder a la presidencia de la entidad se encargó de proclamar a los cuatro vientos que la continuidad de Vázquez estaba asegurada, se reunía con éste y luego,el club anunciaba el cese de Vázquez por «falta de confianza». Con dos cojones. Lo mejor para el club, a seis días de empezar la pretemporada, parece ser que es despedir al entrenador que conformó al equipo y lo subió a la Liga BBVA.
Evidentemente la España rancia en blanco y negro, del PPSOE y sus mediocres, del No-Do y del miedo a manifestar las ideas propias, de Bertín Osborne y políticos que aceptan sobornos, de Mariló Montero y las competiciones de corruptelas, de Eduardo Inda y la represión gratuita estatal… también llega al fútbol. La caspa toma la palabra y se difunde a gritos, intentando silenciar a aquellos que no piensan igual. Por eso se usa ese argumento pueril y ridículo, esa gilipollez, esa mentira de que Vázquez ha difamado al Dépor, para echarlo. Nadie se lo cree, pero Tino Fernández parece creer que resulta más fácil poner esa disculpa y quedar en ridículo ante todo el mundo.
El ya exentrenador compareció ante los medios y dijo sentirse «traicionado» por la directiva del club, como toda la afición. El presidente no tuvo la decencia de dar una rueda de prensa. Dijo que lo hará hoy. Estamos deseando ver cómo nos explica a qué saben las nubes y el sexo de los ángeles. Y es que a veces hay que hablar cuando hay que hacerlo. Porque no hacerlo en el momento es de cobardes. Todos sospechamos que las causas del cese son otras, pero el presidente no parece haber reunido el valor suficiente para contárnolsas. ¿Será consciente de que podría estar cavando su propia tumba ante una afición indignada, en total sintonía con Vázquez? ¿Aumentarán así la venta de abonos? ¿Es la mejor decisión para el club? En las redes sociales ya se pide la cabeza del presidente. Veremos qué ocurre.
Fernando Vázquez es gallego. Parece que, de nuevo, a algunos no les gusta que el equipo de fútbol más representativo de Galicia tenga a un paisano en el banquillo, que además habla en gallego. Seguro que su sustituto es uno de esos tíos engominados vestidos de Armani. Y es que el técnico de Castrofeito ha salido por la puerta grande, con la cabeza bien alta. Se dejó el alma en el Deportivo. Pudo irse cuando el equipo descendió a segunda división pero no lo hizo. Cumplió su palabra, llevó al equipo a Primera. Y cobrando una mierda. Disfrutó de sus logros como un deportivista más, recuperando aquella costumbre hoy abandonada de expresar sus sentimientos en público, celebrando los goles del equipo con el puño en alto y sus famosas carreras por la banda, festejando el ascenso con la voz rota, como un aficionado más. Pero sin perder la compostura nunca, como un caballero, no de esos que se limitan a ir de traje y a incumplir su palabra, sino como uno de los de verdad. Espectacular la última rueda de prensa de Vázquez: «O Dépor non morre aquí e Fernando Vázquez seguirá con forza para algún día poder volver».
Por todo esto es por lo que prefiero morir como Fernando Vázquez que vivir como Tino Fernández.
Gracias, Fernando.
Bravo
Cada día me gustas más, Palleiro. Aparte de que estoy totalmente de acuerdo contigo en cuanto a Fernando Vázquez, me ha encantado el primer párrafo sobre el fútbol, que comparto plenamente. Grande, Willson, como siempre.