El popular presentador de televisión José Manuel Parada tenía 25 años cuando, el 20 de julio de 1978, tras realizar un viaje a Logroño, sufrió una abducción. «Yo estaba estudiando en aquella época y haciendo mis primeros pinitos en la radio. Viajaba con mi amigo Machús a Logroño y sobre la una y media de la madrugada pude ver una enorme luz», recuerda el artista. Su encuentro con lo desconocido queda ratificado con el caso Agoncillo, el avistamiento de un gigantesco objeto volante no identificado (ovni) en el aeródromo logroñés del mimo nombre. Dicho expediente acaba de ser desclasificado por el Ministerio de Defensa junto a otros 79 informes que suman más de 90.000 páginas sobre fenómenos extraños registrados en los cielos de España desde 1962 a 1995.
«Una película de terror sobre extraterrestres»
Parada fue uno de los testigos que pudo observar «con total claridad» un «gigantesco objeto volante en forma de rombo que emitía una extraña luz blanca intermitente; aquello me sobrecogió y cambió mi forma de ver las cosas, volviéndome una persona más espiritual, parecía que estábamos protagonizando una película de terror sobre extraterrestres y pasé muchísimo miedo», recuerda el famoso rostro de la televisión, cuyo testimonio fue recogido en el expediente junto al de varios militares de la base de Agoncillo.
Otro aspecto que llamó mucho la atención de los testigos fue que aquel extraño objeto no emitía ningún sonido. Y, al contrario que ocurre en la fenomenología ovni tradicional, el bólido mantuvo una velocidad constante hasta que desapareció del campo de vista de los testigos. «El aparato era enorme y parecía increíble que no hiciese absolutamente ningún tipo de ruido al volar, era una cosa aterradora que te erizaba todo el vello del cuerpo», explica el expresentador de Cine de Barrio. Mientras duró el encuentro, su automóvil quedó detenido en la carretera secundaria por la que se dirigía a Logroño, con las luces encendidas apuntando a un frondoso bosque. Pero su encuentro con lo desconocido no quedó aquí, fue mucho más allá.
«Mi coche, que se había detenido mientras el ovni pasaba por encima, volvió a encenderse de repente y salí a toda velocidad de allí, quería llegar pronto al hotel donde debía hospedarme», explica Parada. Sin embargo, las cosas no sucedieron tal como él planeaba. «Mi amigo Machús había estado durmiendo durante todo aquello y no se enteró de nada, pero lo que más lamenté es que tampoco se hubiese despertado cuando aquellos seres vinieron por mí», relata Parada.
«Seres gigantescos que hablaban telepáticamente»
Pocos minutos después de haber reanudado la marcha, su turismo volvió a detenerse en seco. El presentador gallego vio delante suyo, con total claridad, varios seres «gigantescos, embutidos en un mono blanco y que llevaban una especie de escafandras traslúcidas que me hablaron telepáticamente». Misteriosamente, en ese preciso instante «la radio se encendió y comenzó a cantar La Pantoja», asegura. A partir de aquí los acontecimientos se sucedieron de forma casi surrealista.
«De repente aparecí en el interior de una sala totalmente blanca en la que me invitaron a comer algo de fruta. Lo extraño era que no me planteaba nada de lo que me decían, yo simplemente seguía sus instrucciones sintiendo una gran paz interior», rememora Parada. Allí, en aquel salón aséptico sin ningún tipo de ángulo visible, el presentador percibió varias imágenes sobre su pasado y su futuro: «Ante mis ojos abiertos, sin que pueda explicar cómo, fueron pasando varias imágenes de mi infancia y de mi juventud, y me vi a mí mismo de adulto presentando varios programas de televisión, disfrutando en un yate junto a Marujita Díaz, en una isla junto a otros famosos y muchas otras cosas. Y lo increíble es que todas aquellas visiones fueron reales o se hicieron reales y algunas que prefiero guardarme incluso aún no han sucedido».
Entonces todo terminó de repente y José Manuel Parada despertó junto a su amigo Machús sabiendo que nadie creería jamás su rocambolesca historia. Ahora, con la desclasificación de los expedientes ovni españoles, casi cuarenta años después, Parada puede demostrar que aquello no fue un sueño. «Es un episodio que he tenido que guardar en secreto muchos años y he tenido que ir al psicólogo para curar esa herida. Doy gracias al Ministerio de Defensa porque al hacer públicos estos archivos sé que lo que viví era totalmente real», revela.