Follar con Ada Colau debe tener su mérito

Veo cómo arrancan el casco a uno de ellos. Pongo la segunda velocidad. Luego a otro hijoputa le pegan una pedrada con un adoquín y cae como un fardo al suelo. Uno de ellos trata de protegerle, sus enemigos los rodean y reciben palos por todas partes. Pongo la tercera velocidad. El jefe de la unidad antidisturbios sale corriendo cercado por los alborotadores, que le despiden con palos, hostia en la cara, hostia en los huevos. Dicen que le han saltado cinco dientes. El vibrador hace su trabajo mejor que cualquiera de vuestras pollas. Me corro. Suelto un chorretón que casi toca la pantalla de la tele y le da en la cara a Vicente Vallés, ese presentador tan sexy del telediario, qué pena que ese tío sea homosexual. Soy una eyaculadora femenina. Me ponen los uniformes, pero sólo cuando veo sufrir a los que los llevan. Me pongo cachondísima cuando les curten a hostias. Es algo inconsciente, y nada ideológico, es puramente sexual. Que sean todos unos hijos de puta no cuenta para nada, a mí me da igual que se mueran o que vivan. Aunque mejor muertos.

Al día siguiente de la manifestación, salió todo el mundo repudiando la violencia. Panda de gilipollas. Incluso esos perroflautas que dirigían la manifestación, los que caminaban tras los salvajes con sus pancartas que no sirven ni para limpiarse el culo con ellas. Hummmm, salvajes. Los perroflautas y los gafapastas proletarios que protestaban contra sus enemigos los rancios rechazan frontalmente mi placer, los hijos de puta. Salen a la calle a pedir que les rebajen las hipotecas. Les gustaba comprase casas baratas y que en el banco les diesen préstamos abusivos, y aplaudir al sistema que les pagaba sus dos mil míseros euros al mes. Wonderland. Eran felices, erais felices, ahora toca joderse, gilipollas. Yo le pido a mi familia dinero para follar a fondo perdido, si no, no tiene gracia. Es el follar, y no la economía, estúpidos. Pringaos. Mascachapas. Se me agotan los elogios. Lo peor es que sois muy monotemáticos. No follaría con vosotros ni aunque me regalasen el Taj Mahal.

Estaba masturbándome otra vez, pensando en el casquete que me había echado la noche anterior con un compañero facha de la facultad, cuando de repente sonó el timbre. Abrí sin mirar. Era mi hermano. Hijo de puta.

– ¿Qué haces aquí, Tarek?

– ¿Tú qué crees, furcia? Vengo a pasar una temporada. Aparta, coño.

Mi hermano es un hijoputa desagradable con el culo como un bebedero de patos gracias al pene de mi padre. Es grosero y mal hablado, como toda la familia. Un encanto.

– No puedes quedarte.

– Voy a quedarme todo el tiempo que quiera, puta jalufa, y da gracias que no te pego de hostias, zorra. Esta casa la pagan nuestros padres, me debes un respeto, soy tu hermano varón. Pedazo de guarra atalajacaalaestaca atalajacaalaestaca (palabras insultantes irreproducibles para el idioma español). Que te quites de en medio, coño.

Lo miraba con asco, mientras él abría la maleta. Qué calzoncillos más feos sacaba de ella.

– A ver si por lo menos vas a la peluquería y te arreglas ese pelo, imbécil, te pareces a Mohamed Atta.

– No me molestes, joder, zorra de mierda. Y no insultes a nuestros mártires, puta.

Tarek me grita mientras guarda sus cosas en el armario de una habitación. Siempre con mala cara. El semen por el culo le ha agriado el carácter, qué esaborío.

Instaló sus turbantes, sus chilabas y sus pantalones y chaquetas estilo Ahmadineyad en el armario y se marchó dando un portazo. A las cuatro de la mañana me despierta un ruido. Música mora proveniente de la habitación de al lado, y al rato gemidos. Más tarde comienzan los gritos y golpes rítmicos sobre la pared. Por suerte, una hora más tarde, cesan. Por la mañana, cuando iba a echar la primera meada, voy y me encuentro una especie de enano vietnamita sentado en el váter, cagando para más señas.

– ¿Tú quién eres?

No me entiende. Ni me mira. Vuelvo a mi cuarto. Pongo la tele. En el programa de Ana Rosa Quintana hablan sobre Miguel Carcaño. Es guapo, me lo tiraría. Cambio de canal, las noticias del canal veinticuatro horas. Más imágenes de las violentas manifestaciones con maderos apaleados. Me masturbo. Me meto una raya. Escucho cerrarse la puerta de la calle y salgo. Mi hermano está en el pasillo vestido sólo con unos calzoncillos Calvin Klein evidentemente comprados en el zoco de Tánger.

– ¿Te has follado a ese feo?

– Hija de puta, jalufa, vuelve a insinuar eso y te pego con la hebilla del cinturón como papá, atalajacaalaestaca atalajacaalaestaca (palabras insultantes irreproducibles para el idioma español). Voy a venir con los amigos que quiera y si me place nos cagamos en tu cara, imbécil.

– ¿Es gomina eso que llevas colgando del pelo o es que vas a rodar la segunda parte de Algo pasa con Mary?

– ¿Qué?

– ¿Quién?

– ¿Qué?

– ¿Que quién te escucha?

– No me vaciles, puta, que te mato.

La escena se repite a la noche siguiente. Yo regreso a las dos y media de la mañana tras follar con otro compañero de clase que se me ha corrido el muy cabrón en cuanto me la ha metido y se ha negado luego a bajar al pilón. Maricón. Me acuesto y al rato vuelve a sonar esa asquerosa música étnica. Vuelven los golpes, y esta vez unos chillidos cada vez más lastimeros hasta que los gritos parecen de dolor y de repente cesan.

– Esta noche te has lucido, Tarek, casi lo matas.

– …….

Mi hermano guarda silencio mientras se come un bocadillo, creo que de chorizo.

– ¿Comiendo cerdo? Eso no le gustaría al profeta.

Escupe un trozo en el suelo.

– Asquerosa puta, no me hables así. Infiel. Deberías ir a la mezquita a rezar, en casa sabemos perfectamente a lo que te dedicas aquí. No me des lecciones, puta de mierda, zorra. Hoy voy a ir a la mezquita de Tetuán y voy a pedir a dos rifeños, los más sucios que encuentre, de esos que apestan, que vengan a casa y te violen y que te rajen la cara. Puta. Atalajacaalaestaca atalajacaalaestaca (palabras insultantes irreproducibles para el idioma español).

– Cuidado no te follen a ti.

Se quitó el cinturón pegando el salto de la rana desde la silla y escenificó su rabieta habitual pegando latigazos al suelo como si fuera Ángel Cristo bien puesto de coca. Tarek siguió utilizando mi piso como folladero de monos durante varias noches. Por las mañanas acudía a la mezquita a rezar a Alah y por las tardes-noches al Black and White a que le metieran pollas por el culo. A mí también me gusta el sexo anal, dar y recibir, debe ser de familia, vendrá en los genes. Y empezó a subir a casa por las tardes con moros barbudos y malolientes de la mezquita. Yo les escuchaba con un vaso puesto en la pared. Hablaban de lo gilipollas que sois los españoles y de que tenían que seguir reclutando gente para morir por el profeta, de que os merecíais que os monten otro atentado, pero que igual esta vez sería mejor estrellar aviones contra el Vicente Calderón cuando está lleno. No entiendo por qué ese estadio y no el Bernabéu, debe ser porque a mi hermano le pone cachondo Cristiano Ronaldo.

Los días fueron pasando monótonos, entre yihad y sexo anal. Pero una noche mi hermano no regresó a casa. Amaneció y nada, que no aparecía. “Estará en alguna orgía”, pensé. Al tercer día apareció con la cara toda amoratada, doblado sobre un costado como un gato capado.

– ¿Qué ha pasado, Tarek?

– Dos días en el hospital, jalufa.

– Te han desbravado bien.

– Ayyy, no puedo matarte hoy. Pero lo haré mañana, puta.

Hice unas llamadas. Me enteré de que dos falsos chaperos moros le habían visto gastar dinero a espuertas en Chueca y que, tras prometerle un polvo, le habían robado dos mil euros y dado una paliza por maricón. Los moros son todos unos hijos de puta, pero la paliza se la tenía merecida.

Esa misma noche, con él aún convaleciente, un negro llamó a la puerta. Un tío alto y desarrapado. Me lo hubiera follado de no ser por el típico olor a negro.

– ¿Vive aquí Mustafá?

– ¿Creo que sí? ¿Tú quién eres?

– Soy el de la línea erótica, me han llamado para…

– Sí, te debe estar esperando. Pasa, al fondo, la segunda puerta a la derecha.

Esperé un rato hasta que comenzaron los jadeos y los golpes en la pared. Mi hermano berreaba placer a gritos como si fuera Elena Salgado en el Parlamento negando la crisis económica. Entonces entré en su habitación pegando una patada a la puerta. La escena la podéis imaginar. Un negro dando por culo con saña a mi hermano. Me excité. Cogí mi Iphone y me puse a grabarles en un vídeo precioso, con el mandingo taladrándole rítmicante. Cuando Tarek se dio cuenta saltó como un gato de la cama, dolorido como estaba, apenas podía mantenerse en pié.

– Tarek, eres marica. Deberías salir del armario de una puta vez, que ya tienes veintiocho años, y contárselo a tu mujer, que tienes cuatro hijos y un quinto en camino.

– No soy maricón asquerosa puta, jalufa. Atalajacaalaestaca atalajacaalaestaca (palabras insultantes irreproducibles para el idioma español).

– Pero si lo estoy viendo, y este vídeo va directamente a papá, seguro que se va a excitar. Cuando te vea follando con un negro te mata, o algo peor, te deshereda.

– NO SOY MARICÓN, HIJA DE PUTA.

Salí corriendo. Me encerré en mi habitación aguantando con la espalda las patadas que mi hermano daba sobre la puerta. Poco a poco las embestidas cesaron. Escuché sonar el móvil de Tarek. El mío también. Mi madre y mi padre nos cosían a llamadas de teléfono desesperados, alarmados por el pornovídeo recibido. No cogí el teléfono. Que se jodan. También llamó la mujer de mi hermano, incluso su imán de cabecera en Tánger me mandó un mensaje amenazante. Eché el pestillo por dentro. Me dormí. Por la mañana no había rastro de mi hermano ni de sus cosas en la casa. Tuve que llamar a dos panchitas para que limpiasen su cuarto, lleno de condones usados ensangrentados, no en vano los moros y los árabes en general de género masculino se distinguen del resto de razas porque siempre se niegan a bajar la basura, eso es cosa de putas mujeres.

Mi hermano se dejó olvidados un par de vibradores. Desinfecté uno a conciencia, gordo y negro. Le puse dos condones encima y enchufé la tele. Busqué y busqué, y encontré. En la CNN daban imágenes repetidas del Maidán de Kiev. Los manifestantes ultranacionalistas apaleaban a un policía. Me metí la tranca negra hasta dentro observándolo. Sin querer me senté por un momento encima del mando a distancia, se cambió el canal, y salieron en pantalla, por este orden, la repugnante gorda de Ada Colau, con su sempiterna pinta de olerle mal el coño, y después, para rematar, la puta bocachancla de Beatriz Talegón, adalid de las sociatas que chupan pollas de viejos para trepar. Por suerte, mediante un acertado golpe de culo, conseguí volver al canal original y, mientras el policía de la Berkrut agonizaba, me corrí como una perra el día del cumpleaños de Pluto.

Colaborador
Colaborador

Persona humana que cree que aún es necesario luchar por la libertad en defensa del pensamiento crítico y por la igualdad de credos. Anónimo por vocación y solidario por necesidad.

3 comentarios

  1. Sí, he tenido que volvérsela a chupar a Willson Palleiro para que me dejase publicar. Y se corrió en dos segundos. Estos recogemejillones son todos iguales.

    • Los otros miembros de Panoplia y yo mismo nos preguntamos constantemente ¿cuando un bukkake solidario con Latifah? creo que va siendo hora de que nos conozcas, además tu piel lo agradecerá.

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