“La Naturaleza no conoce fronteras políticas: sitúa nuevos seres sobre el globo terrestre y contempla el libre juego de las fuerzas que obran sobre ellos. Al que entonces se sobrepone por su esfuerzo y carácter, le concede el supremo derecho a la existencia ”.
Simone de Beauvoir
-Bueno Conchi… voy a reducirte un poco el tratamiento regular. En vez de una pastilla al día te vas a tomar solamente media. Para complementar, te tomas antes de acostarte un poco de litio en estas grajeas de herbolario que te voy a apuntar.
Jesús Sarabia era uno de los mejores psicólogos de Madrid. Su consulta de Las Rozas no tenía ni un hueco libre durante meses, ni medio minuto, había que pedir audiencia con él con mucha antelación, e ir recomendado. Sólo aceptaba seis pacientes diarios a razón de ciento cincuenta euros por consulta. Conchi se levantó del cómodo asiento de piel, se colocó un poco el vestido. Había pasado un rato agradable allí reclinada, contándole su calvario a aquel hombre tan pulcro y atractivo. Algunas veces, durante la consulta, ella se había excitado mucho, hasta el punto de masturbarse en el servicio antes de salir. Aquel W.C. era sin duda un cuarto masturbatorio para mujeres, un descargador de energia tras la confesión laica. El noventa y nueve por ciento de los pacientes de Sarabia eran mujeres de entre veinticinco y cincuenta y cinco años.
-Entonces nos vemos dentro de dos semanas, Jesús…
-Perfecto, dile a Sara que te tome nota. Y recuerda, nada de alcohol con el tratamiento…
-No te preocupes, ni una gota.
-No abuses del azúcar tampoco, Conchi…
-Sólo una sacarina en el desayuno y otra en el té después de comer…
-Perfecto.
Era evidente que Conchi no tomaba mucho azúcar. Parecía un yurei goryo. Era evidente que Conchi no tomaba mucho de nada. Su porcentaje de grasa corporal no era precisamente muy alto a simple vista, con esos brazos y piernas punzantes como estacas, y ese talle de niña de dieciséis años. Se despidieron con una sonrisa falsa. Conchi entró un momento al servicio antes de salir, se sentó, echó una pequeña meada y una cagada como de paloma de color entre marrón claro y verde.
David esperaba fuera en su Ford Escort blanco. Eran las doce y media de la mañana de un frío pero soleado noviembre. La había recogido en su adosado de Getafe a las diez y media, para que no pasara frío en la parada del autobús. Ella salió como siempre de su casa, algo cariacontecida, le saludó con un beso en la mejilla sin sentimiento y apenas cruzaron palabra hasta que ella se introdujo en el portal del psicólogo. Tras hora y pico allí dentro, salió por la puerta. Al verle le sonrió un instante, una risita de compromiso, y luego subió al coche.
-¿Qué tal? ¿Bien?
-Sí. Este tío es el mejor. Salgo nueva después de cada consulta. Me ha dicho lo de siempre: que tengo que ser yo misma, que vivir mi vida sin mirar atrás, dejando lastres que no me llevan a ninguna parte.
-¿Y las pastillas?
-Pues tengo que volver a tomar litio.
-Joder, Conchi, así no vamos a ninguna parte. El litio te descontrola….
-PERO QUÉ ME ESTÁS CONTANDO DAVID… Lo que me descontrola es que tú no aceptas que nos separemos. Yo soy tu amiga, pero nada más. LO NUESTRO SE HA ACABADO, JODER, tengo que vivir mi vida, ser yo misma, dejar lastre.
-Y yo soy un lastre….
-No puedo seguir viviendo contigo, eres sólo un compañero, pero necesito algo más…
-Este tío no te hace avanzar, te mete águilas en la cabeza, así no vamos a ningún lado…
-No, “vamos” no, yo sí que voy, hacia delante, y tú estás anclado en el pasado, David. Piensa un poco.
-Estoy harto, Conchi.
-Por cierto. Necesito algo de dinero, de eso que me debes….
-Ahora mismo no tengo un duro.
-Esa es otra. La excedencia. ¿POR QUÉ COÑO COGISTE ESA PUTA EXCEDENCIA?
-PORQUE ESTABA HASTA LOS HUEVOS DE ESOS MIERDAS.
-Pues cuando uno está hasta los huevos pide consulta con el psicólogo, no se mete en casa como un ratón y deja de ingresar dinero para vivir, para él y para su familia.
-Mi madre quiere que me marche antes de fin de mes… no sé qué hacer. ¿Adónde voy, Conchi?
-Pues busca trabajo…
-Ya lo busco, pero no hay nada, Conchi.
-Tenías un curre de puta madre y lo tiraste a la mierda. No puedo contigo, es que me pones de los nervios.
-¿Entonces nada?
-¿NADA QUÉ? David, métete en la cabeza que te quiero, pero que no puedo vivir contigo. Búscate un piso y vuela libre. Tienes que aprender a estar sólo, como yo lo estoy haciendo…
-¿CON QUÉ DINERO, JODER? Tú lo ves todo muy fácil, como vives en una casa de tus padres… yo no tengo donde caerme muerto, Conchi.
¿Qué quieres? ¿Seguir viviendo conmigo sin tocarme, durmiendo en la misma cama cada uno por un lado? Estás loco, joder. Yo necesito un amante además de un compañero de piso.
-Pero si la que no te dejabas tocar eras tú… un año sin follar es mucho tiempo para cualquier pareja, Conchi, y yo sí que quería…
-Yo te quería, te quiero, pero no me lo pongas difícil, tenemos que seguir con nuestras vidas.
Conchi se puso a mirar por la ventanilla hacia ninguna parte, ignorándole. Él se la quedó mirando durante dos minutos, impertérrito, hipnotizado. Ya no había más palabras. Arrancó el coche. Tomaron la M-50. Ella puso la radio. Llegaron a Getafe. Aparcó en la puerta del adosado, sin parar el motor.
-Bueno. Hasta luego. Y no bebas.
-Yo no bebo, David. YO NO BEBO.
-No, tú no bebes…. sí bwana. Lo que tú digas, cariño.
-Oye David, pasado mañana podrías llevarme a una entrevista de trabajo, es a las nueve, en San Chinarro. Me pilla lejísimos.
-Vale. Te espero aquí a las ocho menos cuarto. Habrá atasco seguramente.
-No tengo consulta con Jesús hasta dentro de dos semanas.
-No te preocupes, yo te llevaré a Las Rozas, aunque ese tío cantamañanas no te hace nada de bien… Por favor, no bebas…
-Me pones de los nervios, David…
-Bueno, pues hasta pasado mañana, te quiero…
-HASTA LUEGO.
Salió del coche dando un portazo. Él esperó para marcharse hasta que ella cerrase la puerta de la casa, ella pegó otro portazo al verle observándola con cara de alelado. Una lágrima corrió por la mejilla de David. Conchi subió deprisa al segundo piso, para cambiarse en el dormitorio principal. Abrió la puerta, que estaba entornada, y allí continuaba Roberto en calzoncillos sobre la cama.
-Rober, ¿te has quedado? Qué bien.
-Me he quedado, pero frito, cielo. Ven aquí, rubia.
Rober la arrastró de un estirón del brazo hasta la cama, le dio un apretón de oso tocándole el culo y le metió la lengua hasta el estómago.
-¿Has estado en el psicoloco?
-Sí, hijo, sí. David, que se empeña en que vaya.
-Pobre David. Joder, qué resaca. Me subes un botellín. No hay nada mejor que la cerveza para el dolor de cabeza jajaja.
-Espera, que traigo uno para tí y uno para mí. Borracho…
-Mira quién fue a hablar, la del ron a palo seco…
-Pues yo estoy tan fresca… no me acuerdo de nada, pero tan fresca…
-Tienes que tener más cuidado con las pastillas, echaste un potón de medio litro en el pasillo. Está todavía ahí, no te dio tiempo a llegar hasta el baño, y yo no lo voy a fregar, cerda, jaja.
-ÉCHAME UN POLVO ANTES DE IRTE, HIJO DE PUTA.
Se quitó el vestido de un tirón. Llevaba el coño rubio perfectamente afeitado, eso le encantaba a Rober. Mientras, a David le echaron una multa en la M-40 por exceso de velocidad. No la recurrió y le acabaron embargando el dinero que le quedaba en la cuenta corriente hasta dejarle casi en números rojos. Dos días más tarde, la llevó a la entrevista de trabajo. En el Facebook pulsaba siempre “me gusta” a todo lo que ella hacía o decía, pero nada, ella no reaccionaba, ni un “te quiero”, ni nada.
Hijos de puta machistas, qué asco de gente a la que dáis cabida. Fachas y machistas.