https://www.youtube.com/watch?v=pIobQyeXaWw
Un día en casa vi durante unos instantes inenarrables El pueblo más divertido de España. Vi a Satanás y el juicio final. Supe que todo estaba perdido. Todavía me dan arcadas. Por un instante sentí de nuevo la cutrez de aquella televisión rancia de José Luis Moreno, Jaimito Borromeo y toda esa basura de TVE1. Competían las localidades de Caspe (Zaragoza) y Alcubillas (Ciudad Real). Cada localidad pugnaba en imbecilidad. Dos famosetes hacían de padrinos de cada pueblo, intentando resaltar sus virtudes como el lugar más jocoso y gilipollesco. Anticristo. La jamona de Ana Morgade no perdía del todo la dignidad defendiendo a sus paisanos de Alcubillas. De la exaltación de Caspe se encargaba Manolo Royo, ese tío pesado que todos pensábamos que había muerto, ese presunto humorista que una vez hizo reír a una señora chocha en 1962. Me vi a mí mismo mirando a aquel tontopolla forzando hasta más allá del cretinismo su acento supuestamente maño mientras bebía de una bota de vino con los ojos desorbitados. Los cuatro jinetes del apocalipsis. Presentaban la enchufada estúpida de España, Mariló Montero, y el bajito aquel desequilibrado de Martes y trece. Un tándem exótico a más no poder. Bomba atómica. Y entre los jueces el subnormal ese de Mario Vaquerizo. Por un momento se me vino a la boca el vómito de programas como Grand Prix o Qué apostamos, basura de gran tonelaje. Por suerte el programa en cuestión lo retiraron enseguida. Millones de euros del erario público gastados en pura mierda. Lo de siempre.
He sacado como conclusión tras largas deliveraciones con mi señora que Mariló Montero tiene un polvazo. Punto y final. Soberano polvazo pese a quien pese.