Documental de Bonifacio Singh y Ágata G. Bové Puigdemont se levantó de la cama. Miró a Eric, que todavía dormía a su lado roncando ligeramente y en cuya entrepierna podía vislumbrarse una tremenda erección matinal. Había botellas vacías de Möet esparcidas por el suelo. Las sorteó y cogió el uniforme para vestirse. Se atusó un poco el cabello delante del espejo, se calzó la gorra de plato y abrió el balcón. Allí, a sus pies, la plaza rebosaba gente. Al verle asomar, la multitud gritó al unísono de júbilo. Debían ser un millón de personas, o más, todos charnegos enfervorecidos. De unos altavoces comenzó a sonar Els segadors, a todo volumen. Sobre la barandilla del balcón había un micrófono enganchado. Carles lo conectó y se lo acercó a su boca, todavía pintada con carmín rojo tras la celebración nocturna. La masa humana cesó en sus vítores y los bafles se silenciaron para escuchar la voz del líder. Puigdemont agitó el puño derecho hacia el cielo y comenzó a gritar a voz en cuello. ⁃ ¡ADELANTE, MIS VALIENTES, POR CATALUÑA. ADELANTE, QUE NO CREZCA LA HIERBA A VUESTRO PASO, EMPUJADLES HASTA EL ATLÁNTICO!! Por la avenida comenzaron a desfilar más de dos millares de tanques que se dirigirían directamente al frente de batalla y, por el cielo, de entre las nubes, brotaron cientos escuadrillas de aviones cargados con bombas incendiarias hasta las trancas, que dibujaron tirabuzones y estelas con los colores amarillo y rojo entremezclados sobre el cielo azul de Cataluña. Todo había comenzado hacía relativamente poco tiempo. Los podemitas, mediante añagazas, se habían hecho con el poder en Madrid y autorizaron aquel referendum contra natura. Nadie hizo caso a las sabias palabras de Rajoy, como siempre. El gran líder del PP, que hasta el advenimiento bolchevique se mantuvo firme en sus ideas, como el gran timonel que era, se reunió varias veces con Puigdemont en secreto para disuadirle de sus planes, pero rápidamente se dio cuenta que lo único que tenía en común con aquel ser infame era la homosexualidad de ambos. [caption id="attachment_4826" align="aligncenter" width="640"] CC/Procsilas Moscas[/caption] Sin embargo, Ada Colau sí que fue fácil de convencer para la causa catalanista. Le ofrecieron el Ministerio de Propaganda (algo irrechazable para cualquier demagoga de su clase) y el mando de las fuerzas aéreas catalanas. Además, estaba claro que por sí sola, con esa cara tan desagradable, nunca podría aspirar a una mayoría absoluta en Cataluña. Su deplorable físico y su faz bien expresiva de padecer en secreto enormes almorranas lo hacían imposible, tenía que sumar apoyos aunque fuera gracias a la escoria de gente como Puigdemont, el fin para ella siempre justificaba los medios. A éste le prometió que nunca ningún avión enemigo sobrevolaría Cataluña sin ser derribado. También era necesario manipular a las estúpidas masas, y para ello iba a ser imprescindible buscar un chivo expiatorio, alguien sobre quien descargar la frustración del pueblo catalán, esa masa de humanos avaros y retorcidos siempre abiertos al lloriqueo, a la autovictimización y a echar los balones de la culpa fuera de su terreno al patadón, ese pueblo tradicionalmente tan acostumbrado a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga de ser unos hijos de puta en el propio. ¿A quién podrían culpabilizar de todos sus males? Pues obviamente a los andaluces, esa tan noble estirpe que había colonizado los països catalans para trabajar, para levantar toda su industria, para crear riqueza. El éxito estaba asegurado. El Gobierno podemita creía que todo el mundo era bueno, que los humanos tenían buen fondo por naturaleza, y dejaron actuar a los catalanes a sus anchas, les permitieron comprar armas a ETA y a Al-Qaeda, y adiestrar a un ejército invencible de dos millones de charnegos. El ministro de defensa y presidente de la República Federal Asociada de Aragón, Pablo Echenique, propuso edificar una línea defensiva a lo largo de la frontera Catalana, pero Pablo Iglesias no creyó necesario construirla en la zona de Los Monegros, no era necesario. Por allí, por ese desierto inexpugnable, los catalanes nunca atacarían, además eran gente buena y generosa. Echenique se puso muy pesado, insistiendo e insistiendo en que Iglesias estaba equivocado, pero entonces éste sacó un video elaborado por La Sexta Noticias en el que con cámara oculta habían grabado a Echenique durante sus vacaciones en Benidorm bailando en una discoteca. La filmación dejaba bien a las claras que lo suyo con la silla de ruedas no era más que un montaje para que la gente tuviera pena y le votase. Echenique fue juzgado y condenado a muerte por inyección letal, y la linea defensiva de Los Monegros nunca fue edificada. [caption id="attachment_4827" align="aligncenter" width="500"] CC/Juan Salmoral[/caption] Mientras tanto, Puigdemont exigió, para no iniciar una guerra, que se le entregase la Ribargorza oriental aragonesa, con el pretexto de que tradicionalmente estaba habitada por catalanohablantes. Los podemitas accedieron con la condición de que Cataluña no pidiese ninguna anexión territorial más. Puigdemont prometió aquello, pero con la boquita pequeña, como si lamiese un pene de liliputiense, porque al mes siguiente pidió la anexión a Cataluña de los països valencians. Los podemitas se opusieron pero las tropas catalanas cruzaron las fronteras y entre vítores de la población valenciana, tradicionalmente unos acomplejados y vendidos, declararon anexionado el territorio. La presidenta valenciana, Mónica Oltra, recibió a Puigdemont en el palacio de la Generalitat completamente desnuda abierta a ser poseída por el gran líder catalán, pero la homosexualidad de éste y la fealdad extrema de ella impidieron el tan esperado coito. Ella intentó hacerle una felación, pero Puigdemont tuvo que decirle una frase que pasaría a la posteridad: “Ponte las gafas, Mónica, se la estás felando a mi caniche”. Los vascos siempre habían odiado a los catalanes, les parecían afeminados, pero, a pesar de su rivalidad, tras la independencia de ambos Estados habían firmado un tratado secreto de no agresión. Ambos países aspiraban a ser imperios y también a destruirse el uno al otro, pero el presidente vasco Otegi optó por acordar con Puigdemont una frágil paz y repartirse Aragón a partes iguales. Sin embargo, Puigdemont y sus secuaces sólo buscaban tener una frontera natural con las Vascongadas para, con cualquier excusa, invadirlas. Otegi contaba con un gran ejército de gudaris, pero anticuado, sólo acostumbrado a poner bombas y matar a población civil. Pero Puigdemont no tenía sólo enemigos, encubiertos o no. Había otro país recientemente independiente, algo más lejano, con el que les ligaban ideales y deseos de expansión, y por qué no decirlo, lealtad y admiración mutua. Era Galicia, que comandada por el emperador Amancio Ortega I, al mando de un millón de guerrilleiros ninja impecablemente vestidos pret a porter y con una gran armada naval financiada por el imperio Pescanova, pretendía invadir su espacio vital hacia Portugal para conseguir mano de obra barata para sus talleres textiles, así como materias primas y también liberar la ruta del tráfico de droga europeo llegado de sudamérica, principal industria y fuente de ingresos de ese país amante del sushi y de explicar las cosas dando rodeos. El almirante Sito Miñanco, al mando de la flota galega, ya tenía planes para atacar las Azores sin previo aviso al grito de ¡Tora, tora, tora! [caption id="attachment_4828" align="aligncenter" width="640"] CC/Elentir[/caption] Una noche, los escuadrones de la muerte de Ada Colau quemaron todos los bares de Barcelona donde se servía pescaíto frito y se escuchaba rumba. Fue una madrugada triste, acabaron con el único medio de vida de los andaluces con ingresos por trabajo. Luego, en las oficinas del paro a principios de mes, detuvieron al resto de los que residían en Cataluña. Alrededor de Badalona se construyó un muro y se condujo allí a todos los dos millones y medio de descendientes de andaluces, a los que se obligó a comer pan de virutas de madera y patatas, para fomentar su muerte por estreñimiento. Las tropas partieron catalanas por la antigua Nacional II en loor de multitud. Puigdemont, mientras cerraba los postigos de la ventana, escuchó desperezarse a Eric a sus espaldas. Eric Abidal era un gran macho gay negro bien dotado, una antigua estrella del fútbol arruinada ahora convertida en gigoló. Se lo había presentado Josep María Bartomeu en una orgía, y Puigdemont se había enamorado al instante. Eric era un poco brusco. -Carles, vuelve a la cama y ponte a cuatro patas, pero ya, fil de put. -Eric, no, no quiero, me escuece mucho. Ahora prefiero lo otro…. -Como tú quieras…. Eric se acercó a él y le pegó un puñetazo en la cara con todas sus fuerzas que le hizo saltar la dentadura postiza. Carles cayó al suelo como una marioneta y entonces su amante le propinó tremendas patadas en la espalda, en la cabeza y en los testículos. Puigdemont gemía de dolor y placer al mismo tiempo. Entones, el exlateral derecho y defensa central del Fútbol Club Barcelona y de la selección francesa de fútbol cogió una botella de champán vacía, la rompió en dos partes golpeándola contra la pared y, tras hacerle profundos cortes en las nalgas a Carles, cogió otra botella llena de la nevera, la agitó, la abrió, y cuando el champán brotó como un torrente tras saltar el corcho se la metió por el ano a Puigdemont mientras éste conseguía una magnífica erección de al menos ocho centímetros. Eric le dio la vuelta, se puso en cuclillas sobre la cara de Carles, le tapó la nariz hasta que éste se vio obligado a abrir la boca para respirar y entonces defecó sobre la cavidad bucal de Puigdemont, que atragantándose deglutió el pino como si fuera ambrosía y se corrió mientras comía aquella delicia hasta casi alcanzar el techo con su chorro seminal. Las tropas catalanas llegaron a Los Monegros y, mediante un genial e inesperado movimento de hoz a través de aquel infecto desierto, rodearon a las tropas podemitas, cuyos integrantes se encontraban todos desprevenidos en sus trincheras tomándose la lección unos a otros, preparando oposiciones amañadas a departamentos de universidades públicas.]]>
Me parece muy fuerte que se insinúe, como algo peiorativo, que Mariano Rajoy es homosexual. Es maricón, no homosexual.
tio, a que viene eso?, creo que te pasaste un huevo i dice mas mentiras que las que dice rajoy, pero supongo que ya lo sabes,controlate porque somos todo lo contrario de lo que dice ahí.
VISCA CATALUNYA!! //*//