Cuando un año termina proliferan por doquier las inevitables listas con los mejores discos del año. Se trata de una de las peores lacras de estos malos tiempos para la música… porque lo mejor es tan subjetivo como lo peor, y porque los medios más influyentes alaban a quienes pagan. Los críticos musicales, la industria musical y las agencias de publicidad lanzan su cóctel con todos los grupitos de modernos que son lo más, o sea. Los gurús de la tele, los iluminados de las radios, los gafapastas de las revistas, los pijos de los periódicos y los blogueros de los cojones se lo tragan todo, hasta la última gota. Entonces es cuando inician una competición por sacar a la luz de entre toda esa mierda a lo más raro, extraño y difícil de conseguir. Así, la música de verdad pierde la batalla un año más y unos cuantos la transforman en un esperpéntico ejercicio de prestidigitación.
Por suerte, nosotros contamos con Molrock, un prometedor locutor de radio fallecido en extrañas circunstancias en 1959 en Texas, que ha resucitado por el poder del rock and roll. ¿Te han hablado de las bandas más guais del 2013? Tranquilo, ahora te olvidarás de ellas. ¡¡Llega Speedball!!