El Gobierno ordena cerrar todos los puticlubs por el coronavirus

El Gobierno ordenó ayer el cierre de todos los puticlubs de España tras la cuarentena decretada para frenar el coronavirus. Los prostíbulos quedaron así clausurados y sólamente podrán prestar servicios mínimos en casos de emergencia como despedidas de soltero, scorts a domicilio o atención a vírgenes, tal y como recoge el Boletín Oficial del Estado.

Prostíbulo en Coruña

Todo el país quedó formalmente cerrado con la aprobación del decreto del estado de alarma. Un gigantesco aislamiento en sus casas de más de 47 millones de personas, que solo podrán salir a la calle en soledad, según el presidente, Pedro Sánchez, para trabajar y comprar comida, medicamentos, artículos básicos o ir al prostíbulo. El Gobierno evita así paralizar completamente la producción, que se mantendrá activa según el decreto. Los ciudadanos podrán desplazarse entre ciudades en coche o en avión para trabajar.

Lupanar en Ferrol

Para tomar esta decisión, el Consejo de Ministros necesitó siete horas. Fue uno de los más largos de la historia, en medio de un intenso debate entre dos sectores del Gobierno, sobre todo por las medidas económicas, que enfrentan al grupo liderado por la vicepresidenta Nadia Calviño con otro encabezado por Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos, aunque en este asunto no se sigue estrictamente la disciplina de partido y hay alianzas cruzadas.

Sánchez el bailongo

Y para explicarlo, el presidente necesitó más de tres horas de preparación, ya que la reunión terminó a las 18.00 y él compareció pasadas las 21.00, más de siete horas después de lo previsto, un retraso que desató todo tipo de especulaciones durante una jornada especialmente tensa, que concluyó con una noticia que afecta directamente al presidente: su esposa, Begoña Gómez, ha dado positivo en el test del coronavirus, aunque él de momento ha dado negativo.

Pedro J. Panoplia
Pedro J. Panoplia

Adjunto del adjunto del director, esta exótica promesa del periodismo patrio mueve los hilos en esta web. Amado y odiado a partes iguales, transpira neoperiodismo por cada uno de los poros de su piel. Duerme, come, caga y vive en la redacción.

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